El caballo menorquín en su hábitat natural
Después de un año de gestación, esas yeguas mimadas, que disfrutan de los pastos jugosos, de la libertad de los espacios abiertos y del amable clima mediterráneo, renuevan el milagro de la vida en la forma de potrillos. Patas débiles, ojos de azabache, primer pelaje marrón... promesa de futuro. A su lado, las yeguas relucen, paseándoles por las verdes praderas que perfilan los márgenes de piedra seca.
Se hace preciso elegir un nombre para el recién nacido. la ceremonia del registro: un nombre cuya inicial coincida con la letra del alfabeto determinada por el año en curso. Si 2006 prescribe la letra U, todos los potrillos nacidos en ese período serán bautizados con nombres propios que empiecen con esa letra. Los criadores los eligen a conciencia, buscando concordancias con las primeras cualidades de los jóvenes ejemplares.